Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo

Cada 28 de abril se conmemora el Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo. Esta celebración fue establecida por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 2003, si bien sus raíces se remontan a 1996, cuando surgió como iniciativa sindical para recordar a las personas trabajadoras que perdieron la vida o sufrieron lesiones en accidentes laborales. La elección del 28 de abril es simbólica, coincidiendo con el Día Internacional en Memoria de los Trabajadores Fallecidos y Heridos.

La finalidad de este recordatorio reside en la necesidad de promover entornos laborales seguros y saludables para todas las trabajadoras. La prevención de riesgos laborales es fundamental para evitar accidentes y enfermedades profesionales que pueden afectar la calidad de vida de las personas y la productividad de las empresas. Además, desde 2022, la OIT ha reconocido el derecho a un entorno laboral seguro, lo que subraya la responsabilidad compartida entre empleadores, gobiernos y trabajadoras para garantizar condiciones dignas y seguras en el trabajo.

Importancia de la perspectiva de género

La incorporación de la perspectiva de género a la prevención de riesgos laborales implica reconocer que mujeres y hombres enfrentan condiciones laborales distintas, siendo necesario aplicar acciones específicas para eliminar estas disparidades. Esto supone analizar los peligros concretos a los que se exponen las personas según el ámbito laboral, ya que las mujeres suelen estar más presentes en sectores como el cuidado, la educación o la salud, donde predominan los riesgos psicosociales y funcionales.

En contraste, los hombres se concentran en industrias como la construcción o el transporte, caracterizadas por mayores riesgos físicos. Aunque dentro del mismo ámbito, los varones tienden a desempeñar funciones con menor exposición a esfuerzos físicos directos, mientras que las mujeres realizan tareas que implican posturas forzadas, movimientos repetitivos, mayor exigencia emocional o condiciones laborales más precarias. Esta división tanto horizontal (por sectores) como vertical (por tipos de labores) profundiza las desigualdades en la seguridad y en la protección de la salud laboral.

De este modo, atender los riesgos físicos más visibles no es suficiente; también es necesario prestar atención específica al estrés emocional o a las malas condiciones ergonómicas, por ejemplo; que impactan de forma distinta según el género: muchas mujeres enfrentan una carga emocional adicional al combinar trabajo remunerado con tareas de cuidado, lo cual requiere medidas específicas para prevenir sus efectos negativos.

Reflexiones

La falta de perspectiva de género en la prevención tiene como consecuencia más grave ocultar enfermedades laborales que afectan sobre todo a las mujeres. Además, muchas evaluaciones aún no consideran las diferencias físicas y psicosociales entre hombres y mujeres, lo que se traduce en equipos de protección mal diseñados, mobiliario inadecuado y protocolos que no contemplan riesgos como el acoso o la violencia laboral.

Desde 2003, la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo promueve la integración del enfoque de género en la normativa de la Unión Europea. En el ámbito nacional, el Plan de Acción 2025-2027 dentro de la Estrategia Española de Seguridad y Salud en el Trabajo refuerza este compromiso, señalando que las políticas de prevención deben asegurar una protección adecuada para todas las personas trabajadoras, sin distinción de género.

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