
La profesión de bombera en España presenta una evidente desigualdad de género, siendo una de las áreas laborales con menor representación femenina en la seguridad pública. Las mujeres enfrentan múltiples barreras tanto en el proceso de acceso como una vez integradas en los cuerpos de bomberos, desde pruebas físicas diseñadas con criterios masculinos hasta condiciones laborales que no contemplan sus necesidades específicas.
Representación actual de la bombera
La presencia de mujeres en los servicios de bomberos españoles es extraordinariamente baja. Según el estudio realizado por la asociación SERBOMBERA en 2018, de los 20.041 profesionales del sector en España, solo 168 eran mujeres, lo que representa apenas un 0,83% del total. Datos más recientes, ofrecidos por la Asociación Nacional de Directores de Seguridad, indican que en el conjunto nacional existen aproximadamente 22.000 bomberos profesionales, de los cuales únicamente 1.200 son mujeres, representando el 5% del total.
Esta desproporción se hace más evidente al analizar los ratios poblacionales: mientras que existe un bombero hombre por cada 2.342 habitantes, solo hay una bombera por cada 278.393 habitantes. En comunidades autónomas como Madrid, la situación es aún más grave, con menos del 1% de mujeres en la plantilla total.
El contraste con otros países es significativo. En San Francisco, las mujeres representan el 16% del cuerpo de bomberos, únicamente en Tokio trabajan 1.200 bomberas profesionales (6,4% del total), y en Staffordshire, Inglaterra, la cuota alcanza el 8%. Incluso en otros cuerpos de la administración española, como las Fuerzas Armadas (12,7%), los porcentajes de mujeres son considerablemente superiores.
Falta de adaptación de criterios en el acceso
El principal obstáculo que enfrentan las mujeres para acceder a los cuerpos de bomberos radica en el diseño de las pruebas físicas de selección. Estas pruebas están estructuradas con criterios que favorecen sistemáticamente a los hombres, al basarse en parámetros de fuerza bruta y velocidad donde tienen ventajas biológicas naturales.
En consecuencia, se produce una sobrevaloración de las pruebas físicas en el proceso selectivo. En la Comunidad de Madrid, estas pruebas representan el 60% de la nota final, mientras que las pruebas teóricas, donde las mujeres suelen obtener mejores resultados, solo constituyen el 40%. Esta distribución ha sido modificada recientemente en la comunidad autónoma para aumentar aún más el peso de las pruebas físicas, lo que empeora el acceso femenino.
Los datos de acceso reflejan la efectividad de estas barreras. Continuando con el ejemplo de Madrid, en los últimos ocho años solo tres mujeres han conseguido superar las pruebas físicas de acceso. En las oposiciones de 2019 se presentaron 56 mujeres de más de 2.000 aspirantes, y solo accedieron 2, menos del 0,1%. Esta tendencia ha provocado una autoexclusión progresiva: en las pruebas de 2022 se presentaron menos mujeres (31).
A diferencia de otros países y algunos cuerpos españoles, la mayoría de las convocatorias mantienen los mismos parámetros para hombres y mujeres, sin considerar las diferencias fisiológicas naturales. Solo algunas comunidades han implementado sistemas de tiempos diferenciados por género, pero manteniendo la misma estructura de pruebas.
Desigualdades dentro del cuerpo
Una vez incorporadas, las mujeres bomberas enfrentan nuevos desafíos relacionados con la adaptación de las infraestructuras. Los parques de bomberos han tenido que adaptar instalaciones como aseos, vestuarios y dormitorios. También se requiere la adaptación del vestuario oficial a las tallas apropiadas, manteniendo la misma calidad de las prendas de trabajo.
Los casos documentados de acoso laboral revelan una realidad preocupante. En Sant Celoni (Barcelona), seis bomberos fueron expedientados por presunto acoso laboral a una compañera, situación que se remonta desde su entrada al cuerpo. La denuncia describe un patrón de acoso, exhibicionismo y machismo que llevó a la trabajadora a una situación de baja laboral.
Las mujeres bomberas han sido sistemáticamente excluidas de muchos estudios sobre condiciones de trabajo y riesgos laborales en el sector, presentando condiciones de salud deterioradas y complicaciones en el embarazo. Esta situación limita el conocimiento sobre los riesgos específicos que enfrentan las mujeres en esta profesión.
Aunque formalmente las condiciones laborales son idénticas para hombres y mujeres, incluyendo jornadas, tareas, formación y remuneración, persisten actitudes discriminatorias en la distribución práctica de responsabilidades y en la confianza depositada en las capacidades profesionales de la bombera en general.