El teletrabajo desde la perspectiva de género

El teletrabajo ha experimentado una transformación en Europa durante los últimos años. Esta modalidad laboral se ha consolidado como una opción viable para millones de trabajadores. Sin embargo, su implementación ha generado importantes cuestiones relacionadas con la igualdad de género y la promoción de la paridad entre hombres y mujeres en el ámbito laboral.

España, como muchos otros países europeos, ha tenido que adaptar rápidamente su marco regulatorio y sus prácticas empresariales para abordar las particularidades del trabajo a distancia. La perspectiva de género se ha convertido en un elemento crucial para comprender cómo esta nueva modalidad laboral afecta de manera diferenciada a hombres y mujeres, especialmente en términos de conciliación familiar, desarrollo profesional y condiciones laborales.

Situación actual del teletrabajo en España

Según los datos más recientes del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI), España presenta una tasa de teletrabajo del 14,4% en 2024. Sin embargo, esta cifra sitúa al país por debajo de la media europea, que alcanza el 22,4%.

La distribución por género revela patrones interesantes: el 14,8% de las mujeres teletrabajan frente al 14% de los hombres, lo que supone una brecha de género de 0,8 puntos porcentuales a favor de las mujeres. En 2023, la diferencia era más pronunciada, con un 14,6% de mujeres teletrabajadoras frente al 13,1% de hombres.

El perfil de las personas que escogen esta modalidad en nuestro país muestra características específicas que influyen en la perspectiva de género. Las personas de entre 35 y 44 años representan el grupo con mayor prevalencia de teletrabajo (16,5%), seguidas por las de 25 a 34 años (14,8%). Estos tramos coinciden con las etapas de mayor responsabilidad familiar, lo que explica en parte por qué el teletrabajo es percibido como una herramienta de conciliación.

El sector tecnológico lidera la adopción del teletrabajo, con un 83,4% de las empresas ofreciendo esta modalidad y un 70,45% de los trabajadores optando por ella. Sin embargo, la feminización de ciertos sectores de servicios ha contribuido a que las mujeres tengan mayor acceso al trabajo remoto en comparación con sectores tradicionalmente masculinos como la construcción o la industria.

Distribución geográfica

La Comunidad de Madrid encabeza las estadísticas nacionales con un 25,4% de la población ocupada teletrabajando, seguida por Cataluña (15,2%) y la Comunidad Valenciana (13,8%).

En diez comunidades y ciudades autónomas, las mujeres teletrabajan más que los hombres, siendo Islas Baleares (2,1 puntos porcentuales), Galicia (+1,4) y la Comunidad de Madrid (+1,3) las regiones con mayor diferencia a favor de las mujeres. Por el contrario, Melilla (-5,3), Extremadura (-3,6) y Asturias (-3,1) presentan brechas favorables a los hombres.

Por qué mayor adopción femenina

La tendencia hacia una mayor adopción del teletrabajo por parte de las mujeres se explica por diversos factores estructurales y culturales. En primer lugar, la segregación ocupacional: las mujeres están sobrerrepresentadas en sectores de servicios que presentan mayor potencial de teletrabajo, como educación, servicios financieros, consultoría y administración pública.

Un estudio de la OCDE revela que en la Unión Europea, el 45% de los empleos ocupados por mujeres tienen potencial de teletrabajo, frente al 30% de los empleos masculinos. Esta diferencia estructural se debe a que una mayor proporción de hombres trabaja en sectores con menor potencial de trabajo remoto, como la agricultura o la construcción.

El teletrabajo se presenta frecuentemente como una solución para la conciliación de la vida laboral y familiar, especialmente para las mujeres. Un 72% de las mujeres españolas considera que el teletrabajo contribuye a la planificación familiar. Sin embargo, esta percepción positiva esconde peligros significativos relacionados con la perpetuación de roles de género tradicionales.

Las mujeres que teletrabajan tienden a asumir una mayor carga de tareas domésticas y de cuidado. Esta realidad pone en evidencia que el teletrabajo, sin medidas complementarias, puede reforzar la división sexual del trabajo en lugar de promover la corresponsabilidad.

Comparación con la Unión Europea

España ocupa una posición intermedia en el ránking europeo de teletrabajo, con una tasa del 14,4% que la sitúa por debajo de la media de la UE (22,4%). Esta comparación refleja diferencias estructurales en la digitalización de la economía, la cultura empresarial y el marco regulatorio.

Los países nórdicos lideran las estadísticas europeas de teletrabajo: Países Bajos alcanza el 52%, seguido por Finlandia (42%) y Suecia (45,8%). Estos países se caracterizan por una cultura laboral basada en una fuerte tradición de conciliación de la vida laboral y familiar.

Francia presenta una de las brechas de género más pronunciadas, con 3,9 puntos porcentuales a favor de las mujeres (17,6% frente a 13,7% de los hombres). En contraste, Alemania es uno de los pocos países europeos donde los hombres teletrabajan más que las mujeres, con una brecha de -1,4 puntos porcentuales.

Riesgos de este modelo

Uno de los principales problemas del teletrabajo desde la perspectiva de género es su potencial para perpetuar y reforzar los roles tradicionales.

Esta dinámica es particularmente problemática porque puede crear un círculo vicioso en el que las mujeres optan por el teletrabajo para facilitar la conciliación, pero esta elección las lleva a asumir aún más responsabilidades domésticas, reduciendo sus recursos para el desarrollo profesional.

El teletrabajo presenta riesgos de precarización que pueden afectar desproporcionadamente a las mujeres. La flexibilidad horaria, aunque generalmente vista como una ventaja, puede transformarse en una extensión no remunerada de la jornada laboral cuando se combina con responsabilidades de cuidado.

En España, la desigualdad salarial es del 21,42% según datos del INE, y el teletrabajo podría estar contribuyendo a mantener esta disparidad: las mujeres pueden experimentar menores oportunidades de promoción y aumentos salariales, especialmente si se percibe que su compromiso laboral es menor debido a sus responsabilidades familiares.

Conclusiones

España se encuentra en una posición intermedia en el contexto europeo, con una tasa de teletrabajo del 14,4% que, aunque inferior a la media de la UE (22,4%), ha experimentado un crecimiento sostenido en los últimos años.

Las mujeres teletrabajan ligeramente más que los hombres, pero esta mayor adopción se encuentra estrechamente vinculada a su rol tradicional como cuidadoras principales, lo que puede generar tanto oportunidades de conciliación como riesgos de sobrecarga y precarización.

Las oportunidades del teletrabajo para la igualdad de género son relevantes, incluyendo la mejora de la conciliación de la vida laboral y familiar, la reducción de barreras estructurales para la participación laboral femenina, y el potencial para promover modelos organizacionales más equitativos.

El futuro del teletrabajo dependerá de la capacidad para aprender de las experiencias propias y ajenas, desarrollar marcos normativos adaptativos, y promover cambios culturales que desafíen los estereotipos de género tradicionales.

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