En la feria del libro del Retiro de Madrid o en cualquier otra firma de ejemplares, se encarnan las pasiones del fenómeno fan de los amantes de la lectura. También se refleja perfectamente el ego de quien crea escribiendo.
Para la mitad de la población, para las mujeres, recibir halagos por sus obras no es una recompensa suficiente para poner su nombre y su vida en juego al crear literatura, poesía o teatro.
Eso cuando es de forma voluntaria, y no nos enfrentamos a un robo “por su bien” como le ocurrió a Margaret Keane, cuya historia recogió el film Big Eyes.
Hay decenas de razones por las que una persona puede optar por publicar sin dar la cara, las mejores y más seguidas cuentas de Twitter no tienen nombres y apellidos.
El filósofo danés Søren Kierkegaard argumentaba sus razones para utilizar nombres falsos: “La razón esencial de mis seudónimos es el expresar diferentes modos de existir y de concebir la vida, sin que éstas correspondan a mis propias convicciones”.
Una mujer en Berlín se publicó sin dar el nombre de su autora para representar a todas las mujeres durante la ocupación Nazi.
Pero no todas pueden elegir como firmar:
Concepción Arenal se disfrazó de hombre para acudir a las clases de Derecho de la Universidad y a las tertulias. Tampoco podía firmar con su nombre los artículos que escribía. La Academia de Ciencias Morales y Políticas aceptó antes una obra maestra, La beneficencia, la filantropía y la caridad¸ firmada por un niño de 10 años, que con la firma de su madre.
Cuando se recurre a un anónimo o a un pseudónimo suele ser porque a las mujeres se les prohíbe leer y escribir, pensar en realidad, y son castigadas incluso con la muerte cuando se atreven a producir obras literarias o artísticas por ellas mismas.
Las mujeres no podían escolarizarse para poder aprender a escribir y corregir su estilo en la Universidad, y tampoco podían aprender las artistas gráficas morfología para competir en igualdad de condiciones con los hombres, ya que no tenían acceso a las escuelas oficiales de Bellas Artes.
Hay otra excusa genial para robar el arte de las mujeres, se encarna en Rosario Weiss y Francisco de Goya: cuando las dejan formarse son eternamente aprendices, por lo que sus obras pertenecen a su maestro.
Aunque sin duda, mi razón favorita para eliminar a las mujeres del arte y de la literatura es decirles que cobrar y firmar las obras está feo en una señorita, por lo que los cuadros de Sofonisba quedan mucho más elegantes con la rúbrica del Greco.
El padre de Cecilia Böhl de Faber y Larrea no se lo puso fácil para ser escritora, quizá nadie que lea este artículo reconozca su nombre, pero si conocen la obra de Fernán Caballero.
Las críticas y el machismo tras la primera obra de Caterina Albert le llevó a crear al Víctor que todos han leído en catalán, otra lengua muy cuestionada y cuyas obras son olvidadas cuando no se traducen al castellano.
Que no se reconozca el arte producido en idiomas minoritarios o que no hay novelistas afroamericanas, árabes o asiáticas entre los premios del arte y las letras da para muchos artículos.
Dejando el pasado machista de este país y de este mundo en general, nos detenemos en J.K. Rowling que es una escritora de éxito y crear a Harry Potter le ha salvado de depender de un marido maltratador. La escritora británica adopta un pseudónimo para cada novela que escribe, ni siquiera tiene sentido la K de su nombre más conocido. Argumenta que no quiere influenciar a los lectores por el éxito o la crítica que ha recibido en una novela, cuando quieran leer su nuevo libro.
Es fácil olvidarse de las mujeres, porque los hombres no quieren recordarlas en sus hazañas, hoy 23 de abril, también es el día de los Comuneros de Castilla, y en este artículo cabe mencionar a María Pacheco que también fue una orgullosa comunera que gobernó Toledo, pero solo se estudia a su esposo, Juan Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado.
El fracaso, la crítica y las prohibiciones forman el techo de cristal al que se enfrentan aún hoy nuestras escritoras, y todavía quedan muchas anónimas a las que nadie reconoció su obra. Nuestro homenaje es leerlas, nuestro mejor homenaje es romper ese techo para todas las niñas que leen y que escriben, que crean y que investigan.
Miriam Elies recoge en “La Vanguardia” un manifiesto de las mujeres escritoras que nadie debe perderse.
El Wifi que hace posible que lean desde la terraza donde les sirve una joven camarera, tiene nombre de mujer, y si la crítica misógina no destrozase a las creadoras, probablemente no les serviría una joven camarera.
PD: Algunas mujeres que aún escondidas, siguieron escribiendo,
- Amandine Aurore Lucile Dupin
- Cecilia Böhl De Faber Y Larrea
- Emily, Anne Y Charlotte Brontë
- Mary Anne Evans
- Caterina Albert I Paradis
- Sidonie Gabrielle Colette
- Teresa de Escoriaza
- Olive Schreiner
- Karen Blixen
- Laura Albert
- Anne Rice
- Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga
- Nora Roberts
- María Antonieta Toirriani
- Marie-Henri Beyle
- Adeline Virginia Stephen
- Rosalía de Castro
- Jane Austen
- Gertrudis Gómez de Avellaneda
- Emilia Pardo Bazán
- Louisa May Alcott
- Katharine Burdeckin
- Anne Desclos